MORRIS VENDEN
¿Ha escuchado usted la historia de Griffith Jones? El se hizo adventista del séptimo día en 1893 y tenía el ardiente deseo de llevar el Evangelio a los habitantes de las indias orientales y de las islas del Pacífico Sur.
Pero los dirigentes de la iglesia no le permitieron ir. Le dijeron: "Usted está demasiado viejo" .
Pero Jones era un "rebelde". ¡Decidió ir de todas maneras! Claramente se podía ver que el Espíritu Santo lo estaba guiando. Se puso en camino y pidió que lo llevaran. Por fin lo transportaron gratis en un barco carguero que se dirigía hacia los mares del sur.
Una noche, en medio de las tinieblas, decidieron dejarlo cerca de la playa de una isla habitada por caníbales. Se las ingenió para hacerse de un bote en el cual navegó hasta la orilla y llegó a su destino con el ardiente deseo de llevar el Evangelio a los paganos. Entonces ocurrió algo maravilloso.
En el momento en que sus pies tocaron la arena de la playa fue capacitado para hablar el idioma de los caníbales. A la mañana siguiente, cuando los caníbales lo descubrieron, pudo haber ocurrido un desastre, con el "capitán Jones" servido como desayuno. Pero cuando comenzó a hablarles en su propia lengua, quedaron atónitos. Escucharon todo el tiempo necesario para saber del Dios de amor. El mensaje tocó sus corazones. Y así comenzó la obra en las islas de los mares del sur.
Veremos mucho de este tipo de milagros antes que termine la historia de esta tierra, porque ciertamente, está vigente la manifestación genuina del don de lenguas.
San Pablo pone al don de lenguas en la lista de los dones del Espíritu. Echemos una mirada a los dones espirituales y comencemos analizando el que parece ser el don del Espíritu más malamente comprendido en el mundo cristiano de hoy. En primer lugar, leamos Efesios 4, comenzando con el versículo 8: "Por lo cual dice: subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres". Versículos l1y 12: "Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo" .
Aquí tenemos dos puntos importantes acerca de los dones espirituales. A una persona se le da un don y a otra otro. Y el propósito más importante de la concesión de los dones es la edificación del cuerpo de Cristo.
Mientras estamos en Efesios 4, leamos un versículo más, el 23: "Y renovaos en el espíritu de vuestra mente". Dios obra a través de la mente . Hablaremos más acerca de esto un poco más adelante.
Ahora vayamos al capítulo 12 de la primera epístola a los Corintios, donde San Pablo trata el tema de los dones espirituales. Desde luego, el tema continúa hasta el final del capítulo 14. Aquí San Pablo entra directamente en materia cuando dice: "No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales". Luego hace una descripción de cómo el Espíritu Santo da los dones a través de distintas operaciones; y en los versículos 7 al 10 enumera algunos de ellos: "Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas" .
Luego procede a señalar en el versículo 11, que el Espíritu hace esto "como quiere". Y en el versículo 18, "como quiso". El actúa de acuerdo a su iniciativa, su elección, su voluntad. Luego hace un resumen al final del capítulo, comenzando con el versículo 28, donde vuelve a repetir la lista de algunos dones del espíritu: "Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas. ¿Son todos apóstoles? ¿Son todos profetas? ¿Todos maestros? ¿Hacen todos milagros? ¿ Tienen todos dones de sanidad? ¿Hablan todos lenguas? ¿Interpretan todos?" La respuesta tácita para cada una de estas preguntas es no. ¿Tienen todos el mismo don? No.
Sin embargo, en el movimiento religioso moderno llamado neopentecostalismo, que está propagándose en todas las iglesias, y aun superando fronteras denominacionales, el común denominador es hablar en lenguas; es la evidencia de haber recibido el bautismo del Espíritu Santo. Se piensa que hablar en lenguas es un asunto de la adoración privada. Una persona se oculta en el guardarropas de su recámara, cae bajo el control de un poder extraordinario, empieza a hablar en una lengua que no conoce, pero que acepta como una alabanza a Dios. Por esta razón queremos analizar con cuidado este asunto y ver lo que la Biblia dice al respecto.
Para comenzar, probemos el análisis hermenéutico. Es decir, debemos buscar todo lo que la Biblia dice sobre un determinado tema y hacer la interpretación de la verdad basada en el peso mismo de la evidencia. Hacer esto es relativamente fácil con este tema, puesto que no hay muchas referencias al don de lenguas; de modo que no es difícil estudiar todo lo que la Biblia dice al respecto.
El método hermenéutico para interpretar las Escrituras se remonta al tiempo de la reforma protestante, cuando Martín Lutero y los otros reformadores insistieron que la Biblia estaba segura en manos de los legos. La premisa era que la Biblia se interpreta a sí misma. Ello sigue siendo verdad hoy.
Hemos aplicado este mismo método al estudio de doctrinas tales como el estado inconsciente de los muertos. No tomamos un pasaje aislado de la Escritura, digamos el del rico y Lázaro, y fundamentamos nuestra doctrina sólo en ese texto. Lo que hacemos es analizar todo el contexto relativo al tema y adoptar una interpretación respaldada por el peso de la evidencia.
La primera referencia acerca de hablar en lenguas, que aparece en el evangelio, la dio Jesús mismo y se registra en Marcos 16: 17-18. El Maestro hablaba con sus discípulos tocante a su obra futura y les dijo: "Estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán". Así que Jesús predijo el don de lenguas.
Si usted recurre al idioma original de la Biblia, encontrará que las "nuevas" lenguas eran nuevas para ellos. No se está hablando de una lengua o idioma que nunca antes hubiera sido conocida u oída por nadie. Es como comprar un nuevo automóvil, es decir, un automóvil que ¡es nuevo para usted!
Cuando se les dijo a los discípulos que hablarían nuevas lenguas, el mismo sentido del pasaje indica que se refiere a lenguas ya conocidas y usadas antes, pero que para ellos eran nuevas.
La siguiente referencia al don de lenguas se halla en Hechos 2. No leeremos todo el capítulo, pero dedicaremos tiempo a analizar el marco histórico del día de Pentecostés. Los discípulos estaban predicando a las multitudes que decían: "¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?" (vers. 8). Algunos creen que los discípulos hablaban en su lengua materna, y que únicamente el pueblo oía en su propio idioma, lo que quiere decir que si éste fuera el caso, tendríamos que llamarlo don de oír y no don de lenguas.
El libro Hechos de los apóstoles, págs. 32-33, nos da una visión detallada de esta experiencia: "El Espíritu Santo, asumiendo la forma de lenguas de fuego, descansó sobre los que estaban congregados. Esto era un emblema del don entonces concedido a los discípulos, que los habilitaba para hablar con facilidad idiomas antes desconocidos para ellos ... Toda lengua conocida estaba representada por la multitud reunida. Esta diversidad de idiomas hubiera representado un gran obstáculo para la proclamación del Evangelio; por lo tanto Dios suplió de una manera milagrosa la deficiencia de los apóstoles . El Espíritu Santo hizo por ellos lo que los discípulos no hubieran podido llevar a cabo en todo el curso de su vida. Ellos podían ahora proclamar las verdades del Evangelio extensamente, pues hablaban con corrección los idiomas de aquellos por quienes trabajaban. Este don milagroso era una evidencia poderosa para el mundo de que la comisión de ellos llevaba el sello del cielo. Desde entonces, y en adelante, el habla de los discípulos fue pura, sencilla y correcta, ya hablaran en su idioma nativo o en idioma extranjero".
El siguiente caso en que se habló en lenguas se encuentra en Hechos 10. Aquí prácticamente tendría usted que leer el capítulo entero para visualizar la escena. Usted recuerda que Dios envió a Pedro a casa de Cornelio. Pedro había visto en visión el lienzo lleno de animales inmundos, y había comprendido que tendría que ministrar o predicar a los gentiles. Hay quienes piensan que Cornelio era un pagano nato, pero si usted lee el versículo 22, verá que ahí se declara que era un hombre justo y temeroso de Dios.
Cuando Pedro entró en escena y comenzó a presentar la verdad que Dios le había enviado a revelar, Cornelio, sus parientes y sus amigos estaban reunidos en casa. Versículo 44: "Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso". Pedro y sus asociados se asombraron porque no esperaban que el Espíritu Santo fuera derramado sobre los gentiles. Pero los versículos 46-47 declaran: "Porque los oían, que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios. Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros?"
Pedro y los demás apóstoles habían recibido el Espíritu manifestado en lenguas en el Pentecostés, las cuales, según hemos visto, eran lenguas conocidas. Ahora añade: "También como nosotros". Y más tarde, ya de regreso en Jerusalén, en su informe a la "Asociación General" dijo: "Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio" (Hech. 11: 15). De manera que la indicación de la Escritura es que ésta fue la misma manifestación que habían experimentado los discípulos en el día de Pentecostés.
En Hechos 19 hallamos otra vez a personas que ni siquiera sabían que existía el Espíritu Santo. Y Pablo comenzó inmediatamente a enseñarles y ayudarles a comprender esta doctrina con un poco más de profundidad. Versículos 5 y 6: "Y cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas y profetizaban".
No hay nada en el contexto que nos indique si estaban hablando en idiomas conocidos o en lenguas extrañas; pero, según lo que hemos estudiado hasta aquí, no habría razón para concluir que no se trataba simplemente de idiomas conocidos.
El comentario inspirado aclara: "Con profundo interés, y agradecido y maravillado gozo, los hermanos escucharon las palabras de Pablo. Por la fe aceptaron la maravillosa verdad del sacrificio expiatorio de Cristo, y le recibieron como su Redentor. Fueron bautizados entonces en el nombre de Jesús; 'y habiéndoles impuesto Pablo las manos', recibieron también el bautismo del Espíritu Santo por el cual fueron capacitados para hablar los idiomas de otras naciones, y para profetizar. Así fueron
habilitados para trabajar como misioneros en Efeso y en su vecindad, y también para salir a proclamar el Evangelio en Asia Menor" (Los hechos de los apóstoles, pág. 229).
Ahora volvamos al capítulo difícil: 1 Corintios 14. Ya hemos visto cuatro de las cinco referencias al hecho de hablar en lenguas; y cuatro de las cinco hasta aquí estudiadas indican que se trata de idiomas conocidos y no de expresiones de éxtasis. Examinemos el pasaje en el cual algunos creen hallar la mejor evidencia acerca de declaraciones tales. Pero, si nos aferramos a la evidencia, nosotros tendríamos mayoría de votos, ¿verdad?.
Hay una palabra griega que significa éxtasis, pero no se usa en 1 Corintios 14. La palabra que se emplea allí es "glossa" (que aparece también en Hechos 2), y que significa ni más ni menos que "lengua" o "lenguaje". Los traductores de la versión Reina-Valera insertaron la palabra "desconocida o extraña". Usted notará que hasta en la edición de 1979 se encuentra la palabra desconocida en cursiva o itálica, lo cual indica que fue añadida por los traductores.
¿Recuerda el versículos que ya leímos en Efesios 4, donde dice que debemos renovarnos en el espíritu de nuestra mente? Ahora súmele Romanos 12:2 a este versículo: "No os conforméis a este
siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta". Dios siempre obra a través de la mente. "La mente rige al hombre entero. Todas nuestras acciones, buenas o malas, tienen su origen en la mente. Es la mente la que adora a Dios y nos pone en relación con los seres celestiales" (Fundamentos de la educación cristiana, pág. 293). La mente es la que adora a Dios, no las emociones ni los sentimientos.
Con este pensamiento, introduzcámonos rápidamente en 1 Corintios 14, y destaquemos las palabras claves: Vers. 2, entiende; vers. 3, edificación; vers. 4, edifica; vers. 6, por revelación, por conciencia (o conocimiento); vers. 9, entenderá; vers. 11, el valor de la voz (o su significado); vers. 12, edificación; vers. 14, entendimiento; vers. 16, entiende; vers. 17, edificado; vers. 19, entendimiento; vers. 20, pensar. Una y otra vez se puntualiza el hecho de que no debe hacerse nada en la iglesia que no se comprenda o que no edifique.
¿Qué significa la palabra edificar? Significa instruir, mejorar espiritualmente. El mensaje en suma de 1 Corintios 14 es que si nadie comprende lo que se dice, nadie se edifica. El versículo 2 dice: "Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios". Versículo 9: "Así también vosotros, si por la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire". Versículo 11: "Pero si yo ignoro "el valor de las palabras, seré como extranjero para el que habla, y el que habla será como extranjero para mí". Versículo 19: "Pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida". y así por el estilo. Pablo lo repite una y otra vez. Si nadie entiende lo que usted está diciendo, no lo edifica ni lo ayuda espiritualmente.
Lo anterior nos lleva a la siguiente conclusión. Si yo oro en privado y oro en una lengua desconocida para mí, no sería yo edificado tampoco. ¿No es obvio esto? Si se me ha dado el don de hablar en una lengua extranjera, digamos el chino mandarín, y hablo chino mandarín en un servicio de adoración de habla inglesa, nadie sería edificado. Si yo quiero orar a Dios en chino mandarín, debo hacerlo en la intimidad de mi cámara secreta. Pero si yo le hablo a Dios en una lengua que yo mismo no entiendo, entonces no habrá edificación. Y las palabras que se hablan, si nadie las entiende, no tienen utilidad.
En conclusión, recordemos que aun la manifestación genuina del don de lenguas, no es la máxima obra del Espíritu Santo. La mayor manifestación del poder del Espíritu de Dios se ve en la naturaleza humana transformada a semejanza del carácter perfecto de Cristo. Por lo tanto, el único propósito de la manifestación sobrenatural de cualquiera de los dones del Espíritu será la predicación del evangelio de Cristo, a fin de que las vidas sean transformadas. ¿Podemos cooperar con el Espíritu Santo y adoptar ese objetivo como nuestro propósito principal? ¡Qué privilegio tenemos de ser obreros juntamente con Dios en el logro de este elevado propósito!
¿Ha escuchado usted la historia de Griffith Jones? El se hizo adventista del séptimo día en 1893 y tenía el ardiente deseo de llevar el Evangelio a los habitantes de las indias orientales y de las islas del Pacífico Sur.
Pero los dirigentes de la iglesia no le permitieron ir. Le dijeron: "Usted está demasiado viejo" .
Pero Jones era un "rebelde". ¡Decidió ir de todas maneras! Claramente se podía ver que el Espíritu Santo lo estaba guiando. Se puso en camino y pidió que lo llevaran. Por fin lo transportaron gratis en un barco carguero que se dirigía hacia los mares del sur.
Una noche, en medio de las tinieblas, decidieron dejarlo cerca de la playa de una isla habitada por caníbales. Se las ingenió para hacerse de un bote en el cual navegó hasta la orilla y llegó a su destino con el ardiente deseo de llevar el Evangelio a los paganos. Entonces ocurrió algo maravilloso.
En el momento en que sus pies tocaron la arena de la playa fue capacitado para hablar el idioma de los caníbales. A la mañana siguiente, cuando los caníbales lo descubrieron, pudo haber ocurrido un desastre, con el "capitán Jones" servido como desayuno. Pero cuando comenzó a hablarles en su propia lengua, quedaron atónitos. Escucharon todo el tiempo necesario para saber del Dios de amor. El mensaje tocó sus corazones. Y así comenzó la obra en las islas de los mares del sur.
Veremos mucho de este tipo de milagros antes que termine la historia de esta tierra, porque ciertamente, está vigente la manifestación genuina del don de lenguas.
San Pablo pone al don de lenguas en la lista de los dones del Espíritu. Echemos una mirada a los dones espirituales y comencemos analizando el que parece ser el don del Espíritu más malamente comprendido en el mundo cristiano de hoy. En primer lugar, leamos Efesios 4, comenzando con el versículo 8: "Por lo cual dice: subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres". Versículos l1y 12: "Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo" .
Aquí tenemos dos puntos importantes acerca de los dones espirituales. A una persona se le da un don y a otra otro. Y el propósito más importante de la concesión de los dones es la edificación del cuerpo de Cristo.
Mientras estamos en Efesios 4, leamos un versículo más, el 23: "Y renovaos en el espíritu de vuestra mente". Dios obra a través de la mente . Hablaremos más acerca de esto un poco más adelante.
Ahora vayamos al capítulo 12 de la primera epístola a los Corintios, donde San Pablo trata el tema de los dones espirituales. Desde luego, el tema continúa hasta el final del capítulo 14. Aquí San Pablo entra directamente en materia cuando dice: "No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales". Luego hace una descripción de cómo el Espíritu Santo da los dones a través de distintas operaciones; y en los versículos 7 al 10 enumera algunos de ellos: "Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas" .
Luego procede a señalar en el versículo 11, que el Espíritu hace esto "como quiere". Y en el versículo 18, "como quiso". El actúa de acuerdo a su iniciativa, su elección, su voluntad. Luego hace un resumen al final del capítulo, comenzando con el versículo 28, donde vuelve a repetir la lista de algunos dones del espíritu: "Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas. ¿Son todos apóstoles? ¿Son todos profetas? ¿Todos maestros? ¿Hacen todos milagros? ¿ Tienen todos dones de sanidad? ¿Hablan todos lenguas? ¿Interpretan todos?" La respuesta tácita para cada una de estas preguntas es no. ¿Tienen todos el mismo don? No.
Para comenzar, probemos el análisis hermenéutico. Es decir, debemos buscar todo lo que la Biblia dice sobre un determinado tema y hacer la interpretación de la verdad basada en el peso mismo de la evidencia. Hacer esto es relativamente fácil con este tema, puesto que no hay muchas referencias al don de lenguas; de modo que no es difícil estudiar todo lo que la Biblia dice al respecto.
El método hermenéutico para interpretar las Escrituras se remonta al tiempo de la reforma protestante, cuando Martín Lutero y los otros reformadores insistieron que la Biblia estaba segura en manos de los legos. La premisa era que la Biblia se interpreta a sí misma. Ello sigue siendo verdad hoy.
Hemos aplicado este mismo método al estudio de doctrinas tales como el estado inconsciente de los muertos. No tomamos un pasaje aislado de la Escritura, digamos el del rico y Lázaro, y fundamentamos nuestra doctrina sólo en ese texto. Lo que hacemos es analizar todo el contexto relativo al tema y adoptar una interpretación respaldada por el peso de la evidencia.
La primera referencia acerca de hablar en lenguas, que aparece en el evangelio, la dio Jesús mismo y se registra en Marcos 16: 17-18. El Maestro hablaba con sus discípulos tocante a su obra futura y les dijo: "Estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán". Así que Jesús predijo el don de lenguas.
Si usted recurre al idioma original de la Biblia, encontrará que las "nuevas" lenguas eran nuevas para ellos. No se está hablando de una lengua o idioma que nunca antes hubiera sido conocida u oída por nadie. Es como comprar un nuevo automóvil, es decir, un automóvil que ¡es nuevo para usted!
Cuando se les dijo a los discípulos que hablarían nuevas lenguas, el mismo sentido del pasaje indica que se refiere a lenguas ya conocidas y usadas antes, pero que para ellos eran nuevas.
La siguiente referencia al don de lenguas se halla en Hechos 2. No leeremos todo el capítulo, pero dedicaremos tiempo a analizar el marco histórico del día de Pentecostés. Los discípulos estaban predicando a las multitudes que decían: "¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?" (vers. 8). Algunos creen que los discípulos hablaban en su lengua materna, y que únicamente el pueblo oía en su propio idioma, lo que quiere decir que si éste fuera el caso, tendríamos que llamarlo don de oír y no don de lenguas.
El libro Hechos de los apóstoles, págs. 32-33, nos da una visión detallada de esta experiencia: "El Espíritu Santo, asumiendo la forma de lenguas de fuego, descansó sobre los que estaban congregados. Esto era un emblema del don entonces concedido a los discípulos, que los habilitaba para hablar con facilidad idiomas antes desconocidos para ellos ... Toda lengua conocida estaba representada por la multitud reunida. Esta diversidad de idiomas hubiera representado un gran obstáculo para la proclamación del Evangelio; por lo tanto Dios suplió de una manera milagrosa la deficiencia de los apóstoles . El Espíritu Santo hizo por ellos lo que los discípulos no hubieran podido llevar a cabo en todo el curso de su vida. Ellos podían ahora proclamar las verdades del Evangelio extensamente, pues hablaban con corrección los idiomas de aquellos por quienes trabajaban. Este don milagroso era una evidencia poderosa para el mundo de que la comisión de ellos llevaba el sello del cielo. Desde entonces, y en adelante, el habla de los discípulos fue pura, sencilla y correcta, ya hablaran en su idioma nativo o en idioma extranjero".
El siguiente caso en que se habló en lenguas se encuentra en Hechos 10. Aquí prácticamente tendría usted que leer el capítulo entero para visualizar la escena. Usted recuerda que Dios envió a Pedro a casa de Cornelio. Pedro había visto en visión el lienzo lleno de animales inmundos, y había comprendido que tendría que ministrar o predicar a los gentiles. Hay quienes piensan que Cornelio era un pagano nato, pero si usted lee el versículo 22, verá que ahí se declara que era un hombre justo y temeroso de Dios.
Cuando Pedro entró en escena y comenzó a presentar la verdad que Dios le había enviado a revelar, Cornelio, sus parientes y sus amigos estaban reunidos en casa. Versículo 44: "Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso". Pedro y sus asociados se asombraron porque no esperaban que el Espíritu Santo fuera derramado sobre los gentiles. Pero los versículos 46-47 declaran: "Porque los oían, que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios. Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros?"
Pedro y los demás apóstoles habían recibido el Espíritu manifestado en lenguas en el Pentecostés, las cuales, según hemos visto, eran lenguas conocidas. Ahora añade: "También como nosotros". Y más tarde, ya de regreso en Jerusalén, en su informe a la "Asociación General" dijo: "Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio" (Hech. 11: 15). De manera que la indicación de la Escritura es que ésta fue la misma manifestación que habían experimentado los discípulos en el día de Pentecostés.
En Hechos 19 hallamos otra vez a personas que ni siquiera sabían que existía el Espíritu Santo. Y Pablo comenzó inmediatamente a enseñarles y ayudarles a comprender esta doctrina con un poco más de profundidad. Versículos 5 y 6: "Y cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas y profetizaban".
No hay nada en el contexto que nos indique si estaban hablando en idiomas conocidos o en lenguas extrañas; pero, según lo que hemos estudiado hasta aquí, no habría razón para concluir que no se trataba simplemente de idiomas conocidos.
El comentario inspirado aclara: "Con profundo interés, y agradecido y maravillado gozo, los hermanos escucharon las palabras de Pablo. Por la fe aceptaron la maravillosa verdad del sacrificio expiatorio de Cristo, y le recibieron como su Redentor. Fueron bautizados entonces en el nombre de Jesús; 'y habiéndoles impuesto Pablo las manos', recibieron también el bautismo del Espíritu Santo por el cual fueron capacitados para hablar los idiomas de otras naciones, y para profetizar. Así fueron
habilitados para trabajar como misioneros en Efeso y en su vecindad, y también para salir a proclamar el Evangelio en Asia Menor" (Los hechos de los apóstoles, pág. 229).
Ahora volvamos al capítulo difícil: 1 Corintios 14. Ya hemos visto cuatro de las cinco referencias al hecho de hablar en lenguas; y cuatro de las cinco hasta aquí estudiadas indican que se trata de idiomas conocidos y no de expresiones de éxtasis. Examinemos el pasaje en el cual algunos creen hallar la mejor evidencia acerca de declaraciones tales. Pero, si nos aferramos a la evidencia, nosotros tendríamos mayoría de votos, ¿verdad?.
Hay una palabra griega que significa éxtasis, pero no se usa en 1 Corintios 14. La palabra que se emplea allí es "glossa" (que aparece también en Hechos 2), y que significa ni más ni menos que "lengua" o "lenguaje". Los traductores de la versión Reina-Valera insertaron la palabra "desconocida o extraña". Usted notará que hasta en la edición de 1979 se encuentra la palabra desconocida en cursiva o itálica, lo cual indica que fue añadida por los traductores.
¿Recuerda el versículos que ya leímos en Efesios 4, donde dice que debemos renovarnos en el espíritu de nuestra mente? Ahora súmele Romanos 12:2 a este versículo: "No os conforméis a este
siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta". Dios siempre obra a través de la mente. "La mente rige al hombre entero. Todas nuestras acciones, buenas o malas, tienen su origen en la mente. Es la mente la que adora a Dios y nos pone en relación con los seres celestiales" (Fundamentos de la educación cristiana, pág. 293). La mente es la que adora a Dios, no las emociones ni los sentimientos.
Con este pensamiento, introduzcámonos rápidamente en 1 Corintios 14, y destaquemos las palabras claves: Vers. 2, entiende; vers. 3, edificación; vers. 4, edifica; vers. 6, por revelación, por conciencia (o conocimiento); vers. 9, entenderá; vers. 11, el valor de la voz (o su significado); vers. 12, edificación; vers. 14, entendimiento; vers. 16, entiende; vers. 17, edificado; vers. 19, entendimiento; vers. 20, pensar. Una y otra vez se puntualiza el hecho de que no debe hacerse nada en la iglesia que no se comprenda o que no edifique.
¿Qué significa la palabra edificar? Significa instruir, mejorar espiritualmente. El mensaje en suma de 1 Corintios 14 es que si nadie comprende lo que se dice, nadie se edifica. El versículo 2 dice: "Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios". Versículo 9: "Así también vosotros, si por la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire". Versículo 11: "Pero si yo ignoro "el valor de las palabras, seré como extranjero para el que habla, y el que habla será como extranjero para mí". Versículo 19: "Pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida". y así por el estilo. Pablo lo repite una y otra vez. Si nadie entiende lo que usted está diciendo, no lo edifica ni lo ayuda espiritualmente.
Lo anterior nos lleva a la siguiente conclusión. Si yo oro en privado y oro en una lengua desconocida para mí, no sería yo edificado tampoco. ¿No es obvio esto? Si se me ha dado el don de hablar en una lengua extranjera, digamos el chino mandarín, y hablo chino mandarín en un servicio de adoración de habla inglesa, nadie sería edificado. Si yo quiero orar a Dios en chino mandarín, debo hacerlo en la intimidad de mi cámara secreta. Pero si yo le hablo a Dios en una lengua que yo mismo no entiendo, entonces no habrá edificación. Y las palabras que se hablan, si nadie las entiende, no tienen utilidad.
En conclusión, recordemos que aun la manifestación genuina del don de lenguas, no es la máxima obra del Espíritu Santo. La mayor manifestación del poder del Espíritu de Dios se ve en la naturaleza humana transformada a semejanza del carácter perfecto de Cristo. Por lo tanto, el único propósito de la manifestación sobrenatural de cualquiera de los dones del Espíritu será la predicación del evangelio de Cristo, a fin de que las vidas sean transformadas. ¿Podemos cooperar con el Espíritu Santo y adoptar ese objetivo como nuestro propósito principal? ¡Qué privilegio tenemos de ser obreros juntamente con Dios en el logro de este elevado propósito!
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